Con un sol espléndido cuatro seguidoras y dos seguidores de nuestra Masa Crítica estábamos esperando la salida de la primera Masa Crítica Mundial que se celebraba en Madrid. El punto de encuentro era la Plaza de Cibeles, junto al Palacio de Comunicaciones. El fin de semana era intenso. La noche anterior ya habíamos estado de tapas por Madrid con nuestras bicis y las de 200 más. El sábado por la mañana fuimos a la estación de Chamartín, donde nos reunimos unas 50 bicis y se pusieron sendas reclamaciones instando a la compañía ferroviaria a aumentar las posibilidades de transportar la bicicleta propia como un equipaje. Después nos encontramos con otros tantos en la Plaza de Juan Pujol donde había una comida popular. También dimos una vuelta por el Retiro antes de bajar a Cibeles.
Tras una larga espera, con el sol en nuestras cabezas, comenzamos a salir, lo que costó bastante dada la ingente cantidad de ciclistas. Nos dirigimos al Paseo del Prado, íbamos más bien en la cola y cuando pasábamos por el Banco de España ya estaba subiendo la cabeza de la Masa Crítica, en la Glorieta de Carlos V giramos de nuevo en dirección a Cibeles, para después dirigirnos hacia la Gran Vía. La vista era impresionante, todo el carril lleno de bicis, el plano inclinado de la calle facilitaba su visión. El carril contrario, lleno de coches.
Atravesamos la principal calle madrileña. La Masa Crítica tenía bastantes cortes, muchos de ellos provocados por los agentes de tráfico, Princesa era un rosario de pequeños grupos. Desde Moncloa bajamos al Paseo de Rosales para dirigirnos al Palacio de Oriente. No sabíamos dónde estaba la cabeza. En el Palacio de Oriente hubo bailes gracias a un ciclista que en su remolque llevaba un amplificado equipo de música.
El recorrido previsto no se pudo completar a causa de un desfile por lo que volvimos a Plaza de España y por Gran Vía nos encontramos de nuevo en Cibeles. En el trayecto un incidente con un taxista que había arremetido contra una bicicleta, aplastándola. De vez en cuando algún que otro adicto al motor nervioso.
Remontamos toda la calle Alcalá, en los cruces importantes los CO2ches bramaban con su claxon, nosotros contestábamos con lemas, silbatos y timbres. Delante de cada coche un ciclista bloqueaba con su cuerpo el avance de los rugientes motores. Los italianos dieron un brillo especial con sus bicicletas sobreelevadas de doble cuadro y sus disfraces.
Tomamos la Avenida de Daroca y llegamos hasta la entrada principal del cementerio de la Almudena. Uno de sus flancos está okupado y se llama CS el Dragón, donde se celebraron los conciertos de La Malarazza y Cingaro Drom en una colapsada sala. Cenamos por los alrededores y regresamos a una hora prudente. Habíamos hecho en todo el día casi 60 km. entre unas cosas y otras.
Aunque el domingo aún quedaba algo para hacer, decidimos regresar a Culipardia, con el fin de descansar de tan célebre evento, entre 2500 y 3000 bicicletas pedaleando.
Os dejo con el vídeo que conseguí grabar para que os hagáis una idea de cómo fue.
y unas fotos...
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